El acuerdo ha sido recibido con elogios por parte de los países desarrollados, mientras que ha sido duramente criticado por los países en desarrollo y las organizaciones ecologistas.
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La COP29 ha acordado este domingo de madrugada, tras dos semanas de intensas negociaciones, momentos de crisis y "caos" en su tramo final, el acuerdo financiero por el cual los países ricos pagarán 300 mil millones de dólares anuales al mundo en desarrollo para costear allí la acción climática.
En un plenario interrumpido varias veces para ultimar los detalles del texto a negociar, los cerca de 200 países reunidos en la cumbre de Bakú han sellado por fin el acuerdo con el que han fijado la nueva meta de financiación climática, que reemplazará a la anterior que estaba establecida en 100.000 millones de dólares anuales.
Los negociadores pasaron las últimas dos semanas discutiendo en la capital azerí los detalles de este objetivo, que según se acordó este domingo establece la cantidad de 1,3 billones de dólares anuales para 2035, si bien de ese monto sólo 300.000 millones (287.000 millones de euros) deberán proveerse a través de ayudas y movilización de fondos privados con respaldo público.
Los delegados, periodistas y público, presentes en la gigantesca sala donde se celebraba el plenario, ha roto en aplausos y ovaciones cuando el presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, ha bajado el martillo sobre el acuerdo financiero que suponía el fin a una jornada maratoniana que se había extendido más de 32 horas del cierre previsto de la cumbre.
Reforma de la arquitectura financiera
Más de 24 horas después de su clausura, la cumbre de Bakú ha cerrado el acuerdo con el que los estados pudientes se han comprometido a asumir una parte de la factura que la transición ecológica y la adaptación climática comporta para los países del Sur Global, que son los menos responsables históricos del calentamiento global y, al mismo tiempo, los que más sufren sus consecuencias.
El texto reitera una de las demandas que estos estados con menos recursos llevan años manifestando en estos foros: la reforma de la arquitectura financiera internacional.
Los países señalan que ésta deberá "abordar los obstáculos" a los que se enfrenta el mundo en desarrollo a la hora de acceder a la financiación climática, eliminando por ejemplo las barreras y los elevados costes de capital, las limitaciones fiscales, los "niveles insostenibles de deuda" o los altos costes de transacción.
Reconoce asimismo la necesidad especial de acercar "recursos públicos, subvenciones y financiación en condiciones muy favorables, en particular para la adaptación y la respuesta a los daños y perjuicios" del cambio climático en los países "menos adelantados" y en "los pequeños estados insulares en desarrollo".
Capa de 300.000 millones
El grupo de economistas de alto nivel al que la ONU encargó un informe sobre financiación climática cifró en 2,4 billones de dólares anuales el coste de la transición y adaptación climática en el mundo en desarrollo para 2030, pero calculó que, de esa cantidad, 1,4 billones podrán aportarlos los países del Sur Global de sus propios bolsillos, mientras que el billón restante deberá provenir de financiación externa.
Mediante la nueva meta global de financiación climática fijada en Bakú, los estados ricos se comprometieron a movilizar en total 1,3 billones de dólares anuales para 2035 pero con una primera capa asegurada, de 300.000 millones.
El monto mayor es el que sugirieron los países en desarrollo en los primeros días de la COP29, si bien lo pedían para 2030, pero la capa central del objetivo queda aún lejos de los 500.000 millones de dólares que exigieron.
Esa capa, también llamada "corazón" del objetivo, estará compuesta de "una amplia variedad de fuentes", públicas y privadas, bilaterales y multilaterales, según el acuerdo.
Categorías
Las categorías "desarrollados" y "en desarrollo" responden a una clasificación que data de 1992, año en que nació la Convención de la ONU sobre Cambio Climático, producto de la Cumbre de la Tierra en Río de Janerio.
Pero ahora, 32 años después, países desarrollados como Estados Unidos o la Unión Europea arguyen que el mundo ha cambiado, y ya no pueden considerarse en desarrollo, por ejemplo, China, Emiratos Árabes Unidos o Kuwait.
Elogios y rechazos
El acuerdo final ha recibido elogios en las naciones avanzadas, pero ha generado rechazo tanto en los países en desarrollo como entre los activistas ecologistas.
La representante de India y ministra de Finanzas del país, Chandni Raina, ha sido una de las voces más críticas con el acuerdo, al cual se ha opuesto al calificarlo de "injusto" y de excluir a las naciones.
"Lamento decir que este documento no es más que una ilusión óptica. Esto, en nuestra opinión, no abordará la enormidad del desafío que todos enfrentamos", ha declarado, al lamentar que es "indicativo de un desgaste de la confianza y de la colaboración sobre un tema que es un desafío global que enfrenta a todos".
En esta línea, el representante de Nigeria ha definido el texto como una "broma" y un "insulto".
El representante de Bolivia ha advertido que estamos entrando en una era en la que "cada país se centrará únicamente en su propio bienestar". Ha subrayado que la ayuda climática no debe considerarse un acto de caridad, sino una "obligación legal".
Greenpeace ha rechazado el acuerdo al considerarlo de "insuficiente". "¡Nuestro futuro y el de nuestra infancia está en juego!", ha aseverado el jefe de Greenpeace para la COP29, Jasper Inventor.
Sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha aplaudido el "histórico resultado" de la COP29 y ha animado a "todos los países" a "dar un paso adelante" para alcanzar el "ambicioso objetivo internacional de financiamiento climático para 2035″.
Otras naciones, como Alemania, también han celebrado el texto y han apelado a su responsabilidad para con los países en vías de desarrollo: "Sabemos que nuestras decisiones de hoy no bastarán por sí solas para satisfacer todas las necesidades", ha afirmado la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock.
De la misma forma, el comisario europeo de Acción por el Clima, Wopke Hoekstra, ha elogiado el acuerdo: "Y los que creen en un mundo mejor han ganado", ha dicho, al prometer que "se abre una nueva era en la financiación de la lucha contra el cambio climático" en la que la Unión Europea seguirá desempeñando un papel destacado.
El secretario general de la ONU, António Guterres, por su parte, ha aplaudido el acuerdo alcanzado y lo ha presentado como una "base" sobre la que seguir avanzando, aunque ha reconocido que sus expectativas eran más ambiciosas.