Recortar Medicaid o restringir su cobertura tendría consecuencias devastadoras para nuestras comunidades
La atención médica es un derecho fundamental, no un privilegio. Sin embargo, mientras los legisladores en Washington debaten el futuro de programas de salud esenciales, la salud y el bienestar de millones de neoyorquinos hispanos están en juego. Durante más de sesenta años, Medicaid ha sido un pilar en la prestación de servicios de salud en los Estados Unidos, garantizando el acceso a la atención médica para innumerables estadounidenses, incluidos millones de familias hispanas, que dependen de Medicaid para servicios esenciales a lo largo de sus vidas, desde la infancia y la atención durante el embarazo hasta el tratamiento de enfermedades crónicas o en años posteriores, cuando la atención es más necesaria. Recortar Medicaid o restringir su cobertura tendría consecuencias devastadoras para nuestras comunidades, ampliando las disparidades en salud y dejando a muchas personas sin opciones asequibles.
Las consecuencias de reducir Medicaid serían particularmente graves para la comunidad hispana, que enfrenta una carga desproporcionada de enfermedades crónicas como enfermedades del corazón, diabetes y asma. Los hispanos tienen mayor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y sufrir complicaciones debido al acceso insuficiente a atención preventiva. Además, las tasas de asma entre los niños hispanos son significativamente más altas que entre sus pares blancos, a menudo agravadas por la falta de un tratamiento continuo. Las enfermedades del corazón siguen siendo una de las principales causas de muerte entre los hispanos. Sin Medicaid, miles de neoyorquinos hispanos que viven con estas condiciones crónicas tendrían dificultades para pagar medicamentos que salvan vidas, visitas al médico y tratamientos, lo que llevaría a un deterioro de su salud y a un aumento del uso de salas de emergencia acrecentando los costos para el estado.
Medicaid también desempeña un papel vital en la lucha contra el VIH. Es la mayor fuente de cobertura de salud para personas que viven con VIH en Estados Unidos, garantizando acceso a tratamientos antirretrovirales que salvan vidas y a servicios preventivos como la PrEP y la PEP. Para la comunidad hispana, que sigue siendo desproporcionadamente afectada por el VIH, Medicaid no es solo una red de seguridad, sino un salvavidas. Sin este programa, las personas que viven con VIH o están en riesgo de contraerlo podrían enfrentar consecuencias de salud graves, y el progreso que hemos logrado para poner fin a la epidemia se vería revertido.
El argumento económico para proteger Medicaid es tan sólido como el moral. Medicaid sostiene empleos en hospitales, centros de salud comunitarios y clínicas especializadas que atienden a nuestros vecindarios. Recortar su financiamiento no solo perjudicaría a los pacientes, sino que también debilitaría nuestra economía local al eliminar empleos y sobrecargar las salas de emergencia con visitas prevenibles.
En una ciudad donde los trabajadores hispanos representan una parte significativa de la fuerza laboral del sector salud, reducir Medicaid tendría un doble impacto: tanto en aquellos que dependen de él para recibir atención médica como en quienes dependen de él para su sustento. Disminuir el financiamiento de Medicaid pondría en peligro miles de empleos en las mismas comunidades que más necesitan estabilidad económica. Además, una fuerza laboral saludable contribuye al crecimiento económico al reducir el ausentismo, mejorar la productividad y disminuir los costos de atención médica a largo plazo. Cuando Medicaid garantiza que los trabajadores hispanos y sus familias tengan acceso a atención preventiva y de rutina, fortalece tanto la salud pública como la economía en general.
Más allá del acceso a la atención médica, Medicaid es una herramienta crucial para avanzar en la equidad en salud. Los neoyorquinos hispanos ya enfrentan importantes barreras para acceder a atención asequible, desde dificultades con el idioma hasta discriminación sistémica. Proteger Medicaid significa comprometerse con la justicia racial en la atención médica y garantizar que todas las comunidades tengan los recursos que necesitan para prosperar.
También debemos resistir los intentos de restringir la cobertura de Medicaid para la atención de afirmación de género, que es fundamental para la salud y el bienestar de las personas transgénero y no binarias en nuestra comunidad. Más de 100,000 personas trans en Estados Unidos dependen de Medicaid para acceder a servicios de salud esenciales, y los ataques contra la atención de afirmación de género ponen en peligro sus vidas y su dignidad. Garantizar el acceso continuo a estos servicios es una cuestión de derechos humanos básicos.
El camino para poner fin a la epidemia del VIH, reducir las disparidades en salud y crear comunidades más saludables en todo el país requiere una inversión continua en Medicaid, no recortes. Pido a los funcionarios electos que prioricen el financiamiento de este programa esencial, que se opongan a restricciones dañinas y que reafirmen su compromiso con la equidad en salud pública. La delegación del Congreso de Nueva York debe mantenerse firme contra cualquier intento de debilitar Medicaid y proteger a los millones de familias hispanas que dependen de él.
Los riesgos son demasiado altos como para retroceder ahora. Proteger Medicaid no se trata solo de atención médica: se trata de dignidad, estabilidad económica, equidad en salud y la creencia fundamental de que todas las personas merecen acceso a la atención que necesitan.
Molina es el vicepresidente de Mercadeo y Comunicaciones de Amida Care, el Plan de Salud de Necesidades Especiales de Medicaid más grande de Nueva York, y ha sido un dedicado defensor de la comunidad por más de 30 años