Madre latina asegura que inundaciones constantes en su vivienda con aguas sucias y desechos, agravaron la salud de toda su familia
Se imagina usted estar tomando una ducha en la bañera de su apartamento, y de repente, sentir cómo heces fecales, orina, pedazos de trapo, residuos de papel higiénico y otras partículas de excremento y desechos innombrables van inundando su cuerpo en cuestión de segundos.
Pues María Isabel Parra no tiene que imaginarselo. Ella ha tenido que vivir esa espantosa escena en múltiples ocasiones desde que se mudó a uno de los apartamentos del primer piso de un gigantesco edificio ubicado en el 1425 de la Avenida Amsterdam, entre las calles 130 y 131, en Harlem. El apartamento soñado “se volvió un monstruo” que se la carcome.
Y es que según narra la mexicana, el edificio, propiedad de la firma Logan Plaza LLC, tiene un severo problema con el sistema de tuberías y cloacas de recolección de desechos que pasan por debajo de su inmueble. En los cuatro años que lleva viviendo allí, afirma que incontables veces, literalmente ha estado con “el popó a sus pies”. O de manera más cruda, “con la mierda al cuello”.
Hoy, en medio del llanto incontrolable y un dolor que se percibe en sus pequeños ojos café, la mexicana confiesa que está “desesperada”. La sonrisa en su rostro se fue de vacaciones. Su mirada parece haberle abierto la puerta a la desolación y a la derrota. El daño en el baño se ha llevado su vida.
“Y no es exageración. Ese daño no nos ha dejado tener una vida normal. Nosotros nos mudamos aquí con mi esposo y mis dos hijos, el 13 de diciembre del 2021, porque queríamos un apartamento más grande. Pero, desde que estamos aquí hemos ido perdiendo todo”, dice en un susurro, la joven madre, originaria de Chilpancingo, Guerrero. Una apacible y agresiva mezcla entre rabia, frustración desesperanza y agotamiento gobiernan sus palabras. “Es como si no le importaramos a nadie”.
Las condiciones “humillantes e indignas” en las que afirma ha tenido que vivir en los últimos años, rebosaron el vaso y “el toilet”, todavía más durante el segundo semestre del año pasado. En julio, faltando solo unos días para irse de viaje a México a visitar a su mamá, “el amor de su vida”, su esposo, José Antonio Bautista, quien se ganaba la vida como repartidor, comenzó a sentir una molestia que parecía gastritis. En cuestión de días, el mexicano se fue empeorando, hasta el punto de ahogarse cada vez que pasaba cualquier bebida. Tras varios exámenes y una biopsia, llegó el diagnóstico que jamás esperaron oír: Jose tenía cáncer de estómago en etapa terminal.
La noticia puso patas arriba la vida de la familia. La tristeza se rebosó más que las aguas sucias llenas de excremento que “de la nada comienzan a brotar y llenan la bañera y el inodoro del apartamento e inundan todo el piso” de los Bautista Parra. El dolor pronto se volvió luto.
“Yo le decía: ‘flaco, vamos a salir de esto juntos’. Pero ya no había nada que hacer. En medio de esa angustia, la bañera seguía poniéndonos peor. Antonio, ya con el diagnóstico encima, había noches enteras que se la pasaba sentado en una silla al lado del baño, vigilando que no empezara a inundarse la bañera o la taza. Le espantaba que otra vez se nos inundara todo el apartamento. Era doloroso verlo así”, recuerda la mexicana, mientras enseña una foto de su esposo “haciendo guardia” en el baño. Ella responsabiliza a esas condiciones insalubres por la suerte de su esposo. El día de la pelea de El canelo Álvarez, el 14 de septiembre, Antonio fue internado en el Hospital Presbyterian. Y el Día de Acción de Gracias, el 28 de noviembre murió.
“Yo sé que los problemas del apartamento lo empeoraron más. Yo creo que incluso eso pudo haber influido en el cáncer que le dio, porque el doctor me explicó que la bacteria pylori, asociada con ese tipo de cáncer, se desarrolla también por ambientes sucios o no higiénicos. Y aquí convivimos literalmente con excrementos constantes cada vez que se rebosa la bañera. Este apartamento lo mató”, agrega la desesperada inquilina.
La salud de la mexicana se ha ido deteriorando también en los últimos años. Apenas en enero pasado, el doctor de la clínica comunitaria “Settlement Health”, de Harlem, que la ha atendido durante 15 años, emitió una nota médica en la que urgió a que la madre de familia sea trasladada de apartamento de manera inmediata para garantizar que su salud no siga viéndose afectada, como pasó con su esposo. Emocionalmente también está mal, al igual que su hijita de 9 años y su primogénito de 23.
“Las deterioradas condiciones de su apartamento están relacionadas con su infección de la bacteria H Pylori, que es uno de sus padecimientos”, aseguró el profesional primario que atiende a María Parra, en una certificación, donde agregó que el constante moho que hay en el lugar, también amenaza su bienestar. “Las recurrentes inundaciones de las cloacas de su apartamento hacen que las condiciones para vivir allí sean inadecuadas, por lo que es imperativo que sea reubicada en otro apartamento para evitar que su salud se deteriore”.
Pero ni sus más de 20 quejas a la línea 311, que según reportes de la agencia de Preservación de Vivienda (HPD), comenzaron apenas tres días después de haberse mudado al departamento en diciembre de 2021, sus ruegos a los inspectores de la Ciudad, ni sus visitas a oficinas de políticos locales, han valido para que sus pedidios de “auxilio” sean escuchados. Ni la imagen de la Virgen de Guadalupe, que tiene puesta en un altar con la foto de su esposo en la pared, le han hecho “el milagro de vivir dignamente” en un lugar tranquilo.
María Isabel Parra sigue en el mismo apartamento, sufriendo las mismas inundaciones repentinas de las cloacas, oliendo los mismos olores a excremento, y aumentando su estado de angustia. La viuda incluso instaló una cámara en el baño para poder mirar en tiempo real lo que ocurre con su bañera y su inodoro, y así tener tiempo de actuar cada vez que de repente comienza la pesadilla a brotar.
¿Pero cómo actúa? Sin ser plomero, y ante la negligencia de su casero, ella y su hijo narran las peripecias que deben hacer para contrarrestar cada inundación. Tienen que conectar “una bomba de drenaje” como las que usan profesionales para destapar alcantarillas en las calles, y “resolver la emergencia” por su cuenta.
“Esto es inhumano. Después de tantas veces que esto ha pasado, lo que hizo el super del edificio fue traernos esta bomba que hay que conectar a la electricidad, ponerla en la bañera. Y la manguera tenemos que sacarla por la ventana para que desague por ahí. Nos toca hacerlo solos y cuando esto pasa en el invierno nos congelamos”, narra con frustración Martin Hernández, el hijo mayor de la inquilina.
“No estamos tranquilos un solo momento. Aveces uno está durmiendo a media noche y empieza el problema. Y si no actuamos rápido se inunda el apartamento con excrementos y desechos, y nos enfermamos”, comenta el joven. El 6 de enero volvieron a poner una queja ante la Ciudad, el 12 fue un inspector. Por unos días , tras y el daño sigue.
“Apenas pasó hace unos días. Eso empezó a brotar y le dije al super y me dijo que para prevenir dejara la bomba puesta en la bañera con la ventana abierta. Pero cómo voy a dormir con la ventana abierta, le dije, y me colgó el teléfono. El agua sale del drenaje por la bañera, comienza a subir, sale popó y sale orina. Todo sale de abajo como si estuviera tapado. Empieza a brotar de la nada. A veces nos vamos a dormir normal y cuando nos levantamos vemos todo eso”.
Un plomero particular que fue hace unos meses a ver los daños, aseguró que debido al viejo sistema de cloacas del complejo de vivienda, casi que “habría que tirar el edificio completo” para resolverlo. Palabras más, palabras menos, “cualquier inquilino que viva en ese apartamento va a sufrir el mismo problema eternamente”. El arrendatario anterior tuvo los mismos problemas y el inquilino que vive en el apartamento de al lado también sufre la misma situación. Según narran, esos inmuebles no deberían ser parte de las unidades inmobiliarias puestas en renta.
Tras años de intentar “llevar la fiesta en paz”, la madre de familia insiste en que lo único que implora es que los muden a otro apartamento en el edificio, donde el drama de las cañerías se quede en el pasado.
La frustración es evidente y cobra fuerza mientras su hijo guarda la incómoda manguera que se ha convertido en compañera obligada. María asegura estar “harta de llamar al 311, qué venga un inspector, qué el problema se resuelva por unos días, qué vuelva a brotar el daño, qué se inunde el apartamento otra vez. Volver a llamar al super, volver a llamar a la Ciudad, volver a oler los horribles olores… volver, volver y volver a lo mismo”. Ellos quieren una solución definitiva.
“Yo me siento muy enojada con todo el mundo. Nadie nos ayuda. A mi esposo ya no lo voy a recuperar. No vivimos aquí de gratis, pagamos más de 2,500 de renta, a tiempo. Queremos que nos muden a un apartamento a condiciones dignas”, menciona la mexicana. “Esperamos que la Ciudad haga algo y haga que el casero asuma su responsabilidad. Qué nos reubiquen. Aquí hay apartamentos disponibles y en buen estado, pero nos dice que no hay nada. Necesitamos que nos salven”.
Incluso desde su lecho de enfermo, días antes de morir, a pesar de no tener energías, el esposo de María le envió una carta al encargado de Logan Plaza LLC, Jacob Berger, a quien se refieren como el casero, pidiéndole que “les echara una mano”. Pero ni conocer su estado terminal hizo que les prestaran atención.
“Buenos días. Las cloacas del baño están atascadas. ¿Hay algún apartamento que pudiera estar disponible para nosotros en los pisos altos? Me acaban de diagnosticar con cáncer, y vivir en ese apartamento con esos problemas recurrentes no es bueno para nada. Atentamente: Jose. Septiembre 21 de 2,024 a las 10:42 am”, escribió José Antonio en su ignorada misiva.
Shaun Abreu, concejal del Distrito 7 de Manhattan, a quien la inquilina también le ha pedido ayuda, aseguró que el casero del edificio 1425 de Amsterdam, a quien contactamos pero optó por no responder nada sobre los reclamos de la familia mexicana del apartamento LB, tiene un historial amplio de negligencia. El político prometió que apoyará a María Parra para que el dueño de su apartamento no siga haciéndose de la vista gorda y asuma responsabilidad.
“Nuestra oficina está muy preocupada por la Sra. Parra, y nos hemos comunicado con ella para ofrecerle nuestro apoyo. El invierno pasado, nos reunimos con un grupo de inquilinos de su edificio y los pusimos en contacto con la Fiscalía para que puedan iniciar una acción penal”, dijo el político. “Lamentablemente, problemas como estos son comunes en nuestro distrito, por lo que coordinamos las intervenciones de las agencias municipales y colaboramos con proveedores de servicios legales para ayudar a los inquilinos a organizarse”. Ese apoyo manifiesto le da algo de esperanzas a la arrendataria.
La agencia de Preservación de Vivienda y Desarrollo (HPD) que atiende las quejas de los inquilinos de la Gran Manzana, corroboró que desde el 2021 esa unidad de vivienda ha reportado una veintena de quejas relacionadas, no solo con el problema de la bañera y el inodoro, sino con presencia de moho, afectaciones en la cocina y hasta en paredes. En un reporte del 15 de diciembre del 2021, los inspectores reseñaron que el problema de aguas residuales y cañerías estaba localizado en todo el apartamento.
Y al mencionar las quejas recibidas por parte de otros inquilinos del mismo edificio, un vocero del HPD aseguró que desde el 1 de enero de 2023, se han recibido un total de 328 de inquilinos, 14 de ellas por problemas relacionados con aguas de cloacas. Asimismo, mencionaron que durante el mismo período se emitieron 466 infracciones contra el edificio, de las cuales 87 siguen abiertas.
“Los inspectores de vivienda del HPD identifican infracciones al Código de Mantenimiento de Viviendas de la Ciudad de Nueva York y a la Ley de Viviendas Múltiples del Estado de Nueva York. Los propietarios son responsables de corregir estas infracciones y tomar las medidas necesarias para eliminarlas. Si no se resuelven las infracciones, podrían aplicarse medidas coercitivas adicionales contra los propietarios y los edificios, como reparaciones de emergencia por infracciones de riesgo inmediato no resueltas”, dijo Fernando Aquino, portavoz del Departamento de Preservación y Desarrollo de Viviendas (HPD) de la Ciudad de Nueva York.
El funcionario instó a todos los inquilinos que tengan problemas con sus apartamentos a que lo reporten y también a que conozcan más sobre la sección de Cumplimiento de la Ley de HPD sobre el proceso y los procedimientos de cumplimiento de la ley.
“Todos los neoyorquinos merecen un hogar seguro y cómodo. Mantenemos nuestro compromiso de responder a las quejas de los inquilinos, realizar inspecciones y emitir notificaciones de infracciones para garantizar que todos los neoyorquinos se sientan seguros en sus hogares”, agregó el vocero del HPD.
“Instamos a los inquilinos a que sigan presentando quejas a través del 311 siempre que experimenten condiciones inseguras o insalubres en sus apartamentos. Estas quejas son fundamentales para garantizar que HPD pueda tomar las medidas necesarias para investigar y ejecutar las reparaciones cuando sea necesario”.
Pero a pesar de “lo bonito que suenan” las palabras del HPD, Maria Parra asegura que sigue sintiendo que sus quejas no son tomadas en serio.
Ella asegura que la situación en su apartamento se convirtió en “una puerta giratoria”, donde el casero sigue sin respetar sus derechos básicos y la Ciudad tampoco pone un alto, sentir que confirmó este lunes 17 de marzo tras una nueva visita de los inspectores a su casa.
“Aquí vino otra vez un inspector, y como la bañera hoy no tenía problema, me dijo que no puede escribir ningún reporte sobre ninguna violación. Le mostré los videos, le mostré las pruebas, le mostré las paredes podridas por el agua, y no sirvió de nada. Volvemos a lo mismo. Esto es muy desgastante. Nadie nos oye”, dijo la inquilina. Por su parte, HPD aseguró que “el propietario certificó la corrección de todas las infracciones mencionadas”.
“Eso da rabia, porque el daño sigue. A los inquilinos blancos que viven aquí les reparan todo inmediatamente, pero a nosotros y a los afroamericanos no. La próxima vez que vuelva a inundarse esto, voy a dejar que se inunde entonces. Y que se me dañe todo, a ver si así sí hacen algo”, mencionó con desesperanza la viuda de José Antonio.
“Yo ya perdí todo. Perdí a mi esposo, perdí mi salud, estoy perdiendo la dignidad por las condiciones en las que vivimos. Perdí la tranquilidad… ya no tengo mucho más que perder”, dijo la mexicana, mientras se secaba las lágrimas.
Este rotativo intentó contacttar al propietario del inmueble a través de varios correos electrónicos y llamadas telefónicas pero no obtuvimos respuesta hasta la fecha de publicación de este artículo.
Datos
- HPD insta a inquilinos a reportar cualquier queja en sus apartamentos
- 311 es la línea para llamar y reportar
- El edificio 1425 de Amsterdam Avenue, en Manhattan ha sido objeto de innumerables quejas
- 328 quejas de inquilinos de ese inmueble desde el 1 de enero de 2023
- 14 quejas por problemas relacionados con aguas residuales de cloacas
- 466 infracciones ha recibido ese edificio
- 87 quejas siguen abiertas
- En este link puede conocer más sobre el proceso y los procedimientos de cumplimiento de la ley de HPD