Para realizar el informe “We Deserve To Be Safe” se entrevistó a más de 3 mil personas en vecindarios altamente vigilados por la policía neoyorquina
En julio del 2014 el ciudadano de 43 años Eric Gardner, fue asesinado por elementos de la policía en el barrio de Staten Island. “¡No puedo respirar!” fueron sus últimas palabras. Gardner había sido detenido bajo la sospecha de vender cigarros sueltos y el oficial de policía que lo estranguló hasta la muerte, Daniel Pantaleo, fue despedido cinco años después (2019) pero nunca procesado.
El policía del NYPD James Connolly asesinó en 2009 a Anthony Roman, un joven de 18 años. Dos años después, el mismo Connolly peleaba a puñetazos con otro hombre en el Alto Manhattan cuando un tercero, John Collado, quiso ayudar a disolver la pelea, pero en respuesta, Connolly sacó su arma y lo mató. En lugar de pagar por sus crímenes, Connolly fue ascendido más tarde dentro del departamento de policía.
Estos casos emblemáticos ilustran a la perfección un comportamiento que ha sido la norma de conducta de algunos elementos de la policía neoyorquina durante décadas. Y que ha llevado a amplios sectores de la población no sólo a desconfiar de los uniformados que deberían de estar ahí para protegerlos, sino sobre todo a denunciar que la conducta policía agresiva sobre sectores vulnerables fractura, en lugar de fortalecer el tejido social y la noción de comunidad.
Por tal motivo la mañana de este martes se presentó en el Graduate Center de CUNY el informe We Deserve To Be Safe (Merecemos Estar Seguros), para el cual se entrevistó a más de 3 mil personas en vecindarios de los cinco barrios altamente vigilados por la policía neoyorquina. El ejercicio, uno de los más extensos conocidos hasta hoy que aborda esta problemática, fue posible gracias a la asociación de las Comunidades Unidas por la Reforma Policial (Communities United for Police Reform), el Proyecto de Ciencia Pública (Public Science Project ) del CUNY y el Comité de Justicia (Justice Committee) y el Proyecto de Seguridad Comunitaria (Community Safety Project).
El estudio destaca como algunos ciudadanos entienden la seguridad y la vigilancia policial en la ciudad, pero sobre todo refleja el fracaso de años del Departamento de Policía de Nueva York que no ha podido poner fin a detenciones, cacheos y registros ilegales sobre neoyorquinos negros, latinos y, en recientes años, sobre miembros de la comunidad LGBTQ.
Donovan Taveras, coordinador de seguridad comunitaria de Justice Committee, una de las organizaciones que patrocinó el estudio, expresó que los resultados muestran la urgencia de que en la ciudad de Nueva York se opere “una transformación fundamental en la forma de abordar la seguridad pública”. Entre el trabajo por hacer destaca “poner fin a las prácticas policiales generalizadas, abusivas y discriminatorias”.
Pero en concreto las organizaciones que armaron el estudio proponen cuatro puntos esenciales:
- Ampliar la supervisión, la transparencia y la rendición de cuentas sobre los oficiales abusivos, que violan las normas de supervisión de la ciudad y el estado. Poner fin, además, a la desinformación y la propaganda del NYPD.
- Reducir el tamaño, alcance y presupuesto del Departamento de Policía de Nueva York. Esto incluye eliminar al departamento de las agencias civiles y los roles de servicio social, además de desmantelar las unidades abusivas.
- Invertir en las necesidades fundamentales de los neoyorquinos, incluida la vivienda, la educación, la atención médica, la atención mental y los programas y servicios para los jóvenes.
- Invertir en programas de prevención de la violencia e intervención en crisis, incluidas estrategias de seguridad dirigidas por la comunidad, sistemas de respuesta no policiales a crisis y programas de justicia restaurativa en las escuelas.
“Este informe simplemente subraya el mensaje de que tenemos soluciones como ciudad. Tenemos los servicios, pero podemos expandirlos y tomarnos este trabajo en serio”, invitó Alexa Avilés, miembro del Concejo por el distrito 38 ubicado en Brooklyn, del área de Sunset Park. “Según este estudio podemos hacerlo mejor, debemos hacerlo mejor”, remató Avilés.
Claves para entender la crisis
El doctor Brett Stoudt, autor principal del informe, compartió con el auditorio algunos de los hallazgos claves del informe We Deserve To Be Safe.
El primero es que todos aquellos que viven en barrios con una fuerte presencia policiaca “con frecuencia experimentan que la actuación policial es omnipresente, dañina, violenta y aterradora”. Por ejemplo, el 76% de los encuestados vieron “a la policía de Nueva York como una presencia constante o frecuente en su vida comunitaria” y el 56% se siente más inseguro con la presencia de un uniformado.
Por otro lado, el 56% de las personas están de acuerdo con los movimientos que buscan quitar recursos a la policía y consideran que las fuerzas policiales son demasiado grandes en tamaño, alcance, y poder.
Agrega el doctor Stoudt que una mayoría de personas que viven en barrios con una fuerte presencia policial, desean tener a la mano otros lugares o personas a quienes acudir o en quien confiar en caso de emergencia, y no tener solamente qué recurrir a la policía. Por lo menos eso manifestó el 55% de los entrevistados y un muy alto 77 por ciento, dijo que “no deseaban a un policía como socorrista en caso de que alguien tuviera un problema mental grave que requiriera marcar al 911”.
Un dato más ofrecido por Stoudt, quien es profesor asociado del doctorado en psicología, es que el 94% de la población cree que todo aquel policía que comete un abuso debe ser responsabilizado por sus actos. Y esto se debe a que al menos el 71% de las personas que respondieron el cuestionario, han experimentado algún daño por parte del Departamento de Policía de Nueva York. Por ejemplo, el 32% tuvo un encuentro físicamente violento con oficiales de dicha corporación, en el cual hubo golpes, bofetadas, estrangulamientos o puñetazos.
En el caso de las mujeres, el 19% respondió que oficiales del NYPD utilizaron un lenguaje intolerante, sexista o racista hacia ellas y el 9% experimentó violencia sexual, sea una agresión sexual directa o el simplemente ser tocada de una manera que le resultó sexualmente inapropiada o incómoda.
Jóvenes y barrios latinos entre los más afectados
Durante los meses que se celebró el estudio, se realizaron foros en los ayuntamientos buscando conocer las impresiones de las comunidades más vulnerables a la actuación policial. Algunos de los barrios donde se llevaron a cabo las reuniones son Corona y Jackson Heights en Queens, Red Hook, Bed Stuy y Crown Height en Brooklyn; Lower East Side en Manhattan, Fordham Heights, en El Bronx y Stapleton & Clifton en Staten Island.
Como resultado se obtuvieron más datos como aquel de que el 53% de los afectados de la abusiva actuación policiaca eran afroamericanos y latinos. El 56% de las víctimas resultan ser menores de 30 años y el 43% pertenece a la comunidad LGBQ además de que un 15% más a la Trans. Todos ellos, igualmente denunciaron algún tipo de acercamiento policial indebido.
El Departamento de Policía de Nueva York es la fuerza policial más grande y más cara del mundo. Con cerca de 35 mil uniformados y otros 15 mil civiles, representa la quinta parte de toda la burocracia local. Bajo la premisa de que Nueva York, es una ciudad vulnerable a todo tipo de ataques, incluyendo los terroristas, su presupuesto aumenta año con año alcanzando los 12 mil millones de dólares para este 2024. Esto a pesar de que los índices delictivos se han mantenido históricamente a la baja y de que la población neoyorquina se encuentra estable.
Muchos de esos millones sirven para pagar indemnizaciones a ciudadanos que han demandado haber sido víctimas de una extrema conducta policial. Al menos en los recientes 6 años la ciudad de Nueva York ha pagado poco más de 400 millones de dólares para resolver los numerosos casos que se han presentado alegando formas extremas de mala conducta policial, como invención de cargos, o el uso excesivo de la fuerza.
En su participación en el lanzamiento del informe, el defensor del pueblo Jumaane Williams criticó de inicio el liderazgo poco confiable de la administración de Eric Adams alegando que ese comportamiento errático ha llevado a que en muchos barrios se desarrolle “una justicia manual” en las calles y a “visiones de seguridad comunitaria que se basan en el amor”.
“El cuidado comunitario debe ser con restauración e inversión, no con vigilancia y criminalización”, insiste Williams. Dijo que tanto él como las organizaciones que pugnan por un cambio en el modelo policiaco, “estamos hartos de que nuestra ciudad gaste miles de millones de dólares en policías y en criminalizarnos mientras niega a las comunidades una verdadera seguridad, inversiones, investigación y atención médica de calidad, salud mental, educación y oportunidades de empleo”.
Finalmente, Donovan Taveras sugirió que la seguridad debe ser “una inversión en comunidades donde la gente pueda prosperar con dignidad” y que sólo se necesita “cambiar el rumbo y construir la ciudad que todos merecemos”.