La ONU que habla y delega sin actuar en el Haití bajo terror

El «respaldo moral» a Kenia para que encabece tropas hacia Haití expresado por la Organización de Naciones Unidas no se ha traducido en acciones sino en promesas y sucesivos aplazamientos; lo que no extraña porque se trata de un país de pobreza africana con muchas contradicciones y tropas de dudosas capacidades. Algunos otros Estados de escasos recursos que se ofrecieron siguen ocupados en sus problemas internos sin dar un paso al frente; una misión de paz con el motor fundido por el notable desprecio del elenco de países de alto desarrollo y medios para los protagonismos que han asumido con fervor y costos en otras latitudes. Aún más: la propia ONU de alharacas y declaraciones de principios ha tenidos tropas pacificadoras propias en varios lugares del mundo hasta con muchas bajas como ha ocurrido durante las masacres de Israel sobre la franja de Gaza. Sin dar un paso atrás aunque ahora parece temer a los grupos terroristas de los desmanes en el vecino y sufrido Haití de pieles oscuras y mucha miseria.

Insinuar desde el poder civil tolerancia a acciones de fuerza que solo se justifican para la legítima defensa es de alto riesgo hasta para la gente respetuosa de la ley. Esto, porque la inseguridad tendería a desbordarse, y las garantías a perderse, con la presencia en la cotidianidad de «guardianes de la ley» a los que se habría dejado de exigir respeto a los límites que la civilización impone al uso de recursos letales. ¡Un retroceso!

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